~• Obdach •~

Pese a ser su primera vez no tenía ninguna duda respecto a entregarse de ese modo a Byakuran, incluso cuando ayer mismo aun le trataba de odiar, se intentaba convencer a si mismo de que le odiaba, de que era malvado, de que debía morir... pese a todo eso, quería ser suyo, quería amarle y se amado por éste, quería ser uno solo con el albino. Era irremediable, y sabía que fue su misma culpa, cuando se borró la memoria, cuando se volvió a encontrar con él en la universidad y comenzó a amar tanto aquella sonrisa, convirtiéndose en todo su mundo, en su razón de ser y existir. Por eso le fue tan duro recurperar aquellos recuerdos que le rercordaban que Byakuran era su enemigo, que debía odiarle... y aunque trató de convencerse de que así era y que no albergaba sentimientos hacia él, lo cierto era que por dentro agonizaba de desdicha.

Pero ahora... todo le daba igual, había decido ser egoista, dejarse llevar... Y no iba a ser solo por aquella noche, deseaba estar con él por y para siempre, mantener con Byakuran, si es que éste realmente lo deseaba, una relación amorosa, algo serio... estable... Era lo que más deseaba, lo sentía por sus amigos, por Tsuna... pero no podía seguir haciéndose aquello así mismo, deseaba ser feliz... pasara lo que pasara.

Y ahora se encontraba besándose con pasión y desenfreno con el único hombre que había amado, recibiendo aquellos gustosos mordisquitos en los labios que le estaban encantando. Hasta que el mayor cortó el beso y supo lo que seguía a continuación, tratando de relajarse para lo que venía, respirando profundo, pero totalmente dispuesto.

Un quejido de dolor se le escapó cuando sintió como Byakuran iba entrando en él, sin prisa pero sin pausa, pero se mordió el labio inferior tratando de acallar sus quejidos dolorosos para no alarmar a su amado. Intentó regular su respiración pese a ese dolor que se incrementaba a medida que sentía como éste entraba en él. Sabía que dolería, pero no tanto, de sus ojos comenzaron a brotar algunas lágrimas y ladeó la cabeza para que éste no las viera, no deseaba que parara, deseaba seguir con ello.

Una sonrisa de lo más dulce apareció en su rostro al oír las palabras de Byakuran, notando aquellos besos dulces en sus hombros, era tan gentil... Ladeó la cabeza nuevamente para mirarle con todo su amor, notando como terminaba de entrar en su interior y soltando un doloroso suspiro, pero realmente era un dolor soportable... Alargó una mano y acarició la mejilla de éste, deseaba gritarle mil palabras de amor en ese momento, hacerle entender cuanto era para él, lo mucho que le amaba, que para él era su mundo. Pero únicamente siguió mirándole con una sonrisa, con sus ojos humedos, al igual que sus mejillas, acariciando su rostro y observándole casi con fascinación. Ese hombre... que hermoso era.

Ya le daba igual todo, nada tenía importancia para él ahora que había oído sus palabras de amor, mientras sentía como pasaba sus cálidas manos por su cuerpo, como besaba y lamía su piel, provocándole estremecimientos. Sintiendo como su hombría entraba en él, arrancándole de ese modo suaves gemidos de placer. Ya nada importaba después de experimentar todo aquello, de sentirse tan únidos a su único amor, porque ahora más que nunca era feliz, una felicidad solo remotamente comparable a la época universitaria vivida con el albino, y no se acercaba al grado de felicidad que sentía ahora. Pues únicamente alcanzaba la felicidad a su lado.

Nada podía ser más perfecto ni más especial que ese momento, la demostración de aquel amor que se tenían ambos. Y el ser amado por su jefe era algo que le llevaba a las nubes, era el extasis de la felicidad, si le tenía a él nada más tenía ninguna importancia.

Él debía saberlo, que haría lo que fuera por él, que daría si vida entera, que vendería su propia alma al diablo por estar a su lado, por tener su amor, con tal de quedarse a su lado por siempre. Deseaba que lo supiera, que fuera conciente de ello, de hasta que punto ya le pertenecía, todo lo que él era, todo era perteneciente al albino, solo Byakuran lograba que sonriera de verdad y de corazón.

Su ahora amante secó tierna y delicadamente sus lágrimas, suspirando y sonriendo encantado y viéndole con ojos llenos de amor, tratandio de relajarse más, aunque ya casi ni le dolía, acostumbrándose más a la intrunsión en su cuerpo, notándole intensamente dentro de si y sintiendo que realmente aquello era agradable, poder sentirle de un modo tan íntimo e intenso.

El albino hizo que se tumbara mejor en la cama, relajando mejor su cuerpo al sentirse más cómodo de ese modo, sintiendo sus cálidas manos en su cintura, oyendo su respiración tan agitada. Todo aquello era tan mágico y en ese momento le veía más hermoso y seductor que nunca, observando ese sudor en su rostro, como jadeaba, como le miraba, notando el placer que sentía por aquello.

Tras oír aquellas palabras enrojeció más si es que era posible eso, dada la situación y el sofoco que sentía ante todo aquello. Cerró sus ojos notando como se empezaba a mover en su inteior, pero enseguida volvió a abrirlos ante la necesidad de verle, de observar esa belleza tan celestial que poseía el albino. Notó como el movimiento lasse provocaba dolor, pero aguantó notándole incrementar gradualmente el ritmo, y poco a poco notando que ese dolor desaparecía hasta que en un momento un gemido placentero escapó de sus labios sientiendo como el placer iba apoderándose de su cuerpo, provocando que, sin darse cuenta siquiera de lo que hacía, comenzó a mover de forma suave su cintura.

Sentía como su amado jefe ponía más intensidad a cada embestida que le daba, siendo más profundas, más rápidas y más fuertes, notando como cada vez llegaba más profundos, golpeando con su endurecida hombría una parte especialmente sensible del interior del muchacho, provocando que sin poder evitarlo, sin siquiera darse cuenta de ello comenzara a soltar gritos de lo más placenteros e intensos. Sintiendo además como le acariciaba de mientras le embestía tan deliciosamente, y con es expresion de satisfasción que ponía, que además le hacía mucho más sensual que normalmente, le estaba volviendo completamente loco de deseo y de amor, de una excitación completamente desmesurada.

Su jefe era sin duda un amante experto... y fuera o no esa la priemra vez de éstele daba igual, porque ahora le tenía él. le disfrutaba él, y no podia haber nada en el mundo que fuera más maravilloso que eso, ser poseido por la persona que más amaba en el mundo.

En un momento del acto oyó las palabras de su jefe, y si no fuera porque en ese punto era imposible habría enrojecido muchísimo más de oírle de tal modo. Ese hombre era lo más erótico y deseable que podía existir en el mundo entero. Esas palabras y ese tono lascivo y placentero eran extacis para sus sentidos. Extasiado y excitado por ello y por la petición de éste de que se moviera aun más intensamente y fuerte, freneticamente, abránzandole intensamente y arañándole inconcientemente la espalda, totalmente enloquecido de placer, sin dejar de emitir aquellos gritos llenos de gozo, que resonaban por toda la habitación.

-¡Byakuran!- gritó arqueándose y abriendo más sus piernas para que el acceso para éste fuera más sencillo. -¡Más, más!- gritó desbordado y enloquecido, deseando más, más fuerza, más rapidez, más de todo. -¡Te amo!